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'Hombres buenos': Las luces de la razón y la libertad

Publicado: 2015-12-30

Pocos escritores españoles actuales dominan como Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) el arte de cautivar al lector (con tramas ingeniosas, llenas de acción) y, a la vez, abordar cuestiones relevantes de la condición humana y el legado histórico-cultural de Occidente. 

Un ejemplo sobresaliente es su reciente novela 'Hombres buenos', quizás la mejor novela histórica publicada en español en lo que va de este siglo XXI. Ambientada en 1780, reconstruye el accidentado viaje de dos miembros de la Real Academia Española –el bibliotecario Hermógenes Molina y el almirante Pedro Zárate–, encargados de conseguir la primera edición de la 'Encyclopédie' dirigida por D’Alembert y Diderot, contando con permisos especiales del rey y de la Inquisición, ya que dicha obra estaba prohibida en España.

Ahora suele afirmarse con ligereza que los libros no cambian el mundo en que vivimos. Apasionado bibliófilo, Pérez-Reverte entona un auténtico himno al poder del libro, a contracorriente de los medios audiovisuales, que, por regla general, banalizan la comunicación hipnotizando a las grandes mayorías. No cabe duda de que la 'Encyclopédie' constituye una “de esas obras sabias y decisivas, raras en la historia de la humanidad, que iluminan a los hombres que las leen y abren la puerta a la felicidad, la cultura y el progreso de los pueblos” (p. 30).

Varios académicos se opusieron a la adquisición de la 'Encyclopédie'. Al ser minoría, dos de ellos contrataron al delincuente Raposo para que haga fracasar la misión de los dos académicos mencionados. Así, vemos enfrentarse dos bandos que han dividido a España hasta la guerra civil, y que no han desaparecido totalmente hoy en día: “un grupo animado de confianza, de generoso ardor, con fe en el progreso y la educación, convencido de que para hacer a los pueblos felices era preciso ilustrarlos… Otro, petrificado en su ignorancia deliberada, en su indiferencia hacia la modernidad y las luces, instalado en el odio a lo nuevo” (p. 15).

Evitando un maniqueísmo simplificador entre los “buenos” y los “malos”, Pérez-Reverte muestra que para contratar al delincuente sellan un pacto dos académicos de bandos opuestos: el ultraconservador Miguel Higueruela y el ilustrado Justo Sánchez Terrón. El segundo actúa temeroso de que se descubra que sus escritos contienen plagios de los enciclopedistas franceses. De otro lado, el bibliotecario Molina posee rasgos conservadores, anclado en su catolicismo, lo que genera discrepancias con el racionalista y agnóstico Zárate (de joven fue masón, para escándalo de Molina), al cual confiere Pérez-Reverte visos heroicos, por lo que es más importante en el logro de la misión encomendada.

Añádase un personaje que encarna el extremismo nocivo de la Ilustración: el abate Bringas, quien participaría después en el terror implantado por Robespierre. En contraste, resulta formidable que el delincuente desista de matar a los académicos y de destruir la 'Encyclopédie' cuando reflexiona que se trata de “libros que quizá un día, como acaba de escuchar, borren de la faz de la Tierra a los hombres como él” (p. 567).

No solo eso, sutilmente Pérez-Reverte adjudica al almirante Zárate una represión sexual basada en una visión negativa de la mujer (ver la página 147). El erotismo de madame Dancenis es el remedio contra su oscurantismo sexual. Pérez-Reverte se complace en explicar que, en la Francia de entonces, se llamaba “libros filosóficos” tanto a los textos de los enciclopedistas como a los “libros prohibidos… Por lo general, pornográficos” (p. 221). El salón de madame Dancenis (al que asiste Laclos, el autor de la excelente novela 'Las relaciones peligrosas') aprecia a los autores libertinos por ostentar cualidades inexistentes en la pacata España: “son desenfadados, alegres, manirrotos, amigos de todos los placeres […] conocen mejor el corazón humano” (pp. 308-309). A la liberación mental y política se suma la sexual.

Arturo Pérez-Reverte, 'Hombres buenos'. Lima, Alfaguara (Penguin Random House Editorial), 2015, 582 páginas.

(Publicado en la revista PODER, noviembre del 2015)


Escrito por

Ricardo González Vigil

Crítico de libros.


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