Fue un año generoso en libros perdurables. 

Gran año vallejiano. La conmemoración de los 80 años de su muerte y del centenario de Los heraldos negros (el pie de imprenta registra 1918, aunque el poemario recién salió en 1919), convirtieron a César Vallejo en el protagonista mayor del año editorial.

De hecho, la noticia literaria (de enorme repercusión y discusión en internet), fue la publicación virtual de la rigurosa edición diplomática de Enrique Ballón Aguirre de los Manuscritos poéticos de César Vallejo (Texto! Textes et Cultures), conjunto de originales escritos a mano (y no mecanografiados como los que dio a conocer Georgette de Vallejo en su monumental edición de 1968) de decenas de Poemas humanos y gran parte de España, aparta de mí este cáliz, los cuales Georgette confió en 1978 a Ballón Aguirre. Aunque la mayoría de esos borradores fueron publicados por Juan Fló y Stephen Hart (Autógrafos olvidados, 2003), en base a copias que Georgette envió a Ángel Rama, la relevancia de la edición de Ballón Aguirre es que difunde, con la tecnología digital actual, los originales mismos (incluyendo material no conocido por Fló y Hart) y una lectura más completa y atinada de las tachaduras, modificaciones y variantes que contienen.

En cuanto a ediciones de la obra poética completa, resaltemos que la legendaria Biblioteca Breve, de Seix Barral, publicó la Poesía completa, con introducción, notas y vocabulario. Por su parte, la editorial Cátedra Vallejo rindió homenaje a los 80 años de fallecimiento de Vallejo con las Poesías completas, edición de Ricardo Silva-Santisteban.

La celebración del centenario de Los heraldos negros motivó una caja de colección, con una edición facsimilar de la primera edición de LHN y un Homenaje hermosamente ilustrado (Sinco Eds.), al cuidado de Omar Aramayo. También circuló una edición de LHN con estudios de Mariátegui y Arguedas (Edt. Horizonte).

De otro lado, la Universidad César Vallejo completó la serie de volúmenes dedicados a su obra poética, entregándonos España, aparta de mí este cáliz, con introducciones de José Antonio Mazzotti y Paolo de Lima. A su vez, la Universidad Ricardo Palma inauguró su colección de tesis universitarias con una edición facsimilar de la tesis de Vallejo El romanticismo en la poesía castellana, acompañada de estudios de Iván Rodríguez Chávez y Ramón León.

También fue un año pródigo en aportes críticos. Comencemos resaltando que, por fin, fueron reunidos los escritos que le dedicó Antenor Orrego, amigo y auténtico guía del joven Vallejo, el primero en percibir su genialidad y plantear cuestiones fundamentales por las que ha transitado hasta ahora la crítica vallejiana: El sentido americano y universal de la poesía de César Vallejo, edición de Ricardo Silva-Santisteban (Alastor y Cátedra Vallejo).

Aparecieron, además, tres contribuciones mayúsculas: uno de los estudios más hondos y esclarecedores de la bibliografía vallejiana, Vallejo y el dinero de Enrique Foffani (Cátedra Vallejo). Una excepcional visión de la vida y obra de Vallejo hasta la publicación de Los heraldos negros, con nuevos datos sobre el poeta y su contexto vital, y esclarecedores comentarios a sus escritos juveniles, prodiga en la reproducción de documentos y fotos poco o nada conocidos: César Vallejo 1892-1918, de Manuel Velásquez Rojas. Y La biografía más completa y documentada, ¡Yo que tan solo he nacido!, de Miguel Pachas Almeyda (Juan Gutemberg). Aplaudamos, además, los comentarios didácticos de Luzmán Salas, en Vallejo iluminado (Cajamarca, U. Antonio Guillermo Urrello); y las consideraciones sobre la trayectoria vallejiana de Saniel Lozano Alvarado, en César Vallejo nació mañana: Aproximaciones y exploraciones (Trujillo, U. Antenor Orrego).

Finalmente, se constituyó en Lima el Centro de Estudios Vallejianos. Dio vida a los dos primeros números de su revista Archivo Vallejo, el primero con ponencias del III Congreso Internacional Vallejo Siempre 2018, realizado en Salamanca, y el segundo con disertaciones del Congreso Nacional “Me moriré en París con aguacero”, efectuado en abril en la UNM San Marcos.

Protagonismo de Vargas Llosa. Si el mayor protagonista editorial fue Vallejo, el protagonismo mediático de nuestras letras le correspondió, sin duda, a nuestro Nobel, Mario Vargas Llosa. La noticia cultural (en general, en cualquier campo de la actividad cultural) del año fue su participación en el Hay Festival de Arequipa; presencia aguardada año a año, desde la primera versión arequipeña de dicho megaevento internacional (el cual precisamente había elegido a Arequipa como sede peruana, por ser la cuna de Vargas Llosa). Tuvo ribetes de homenaje a su extraordinaria trayectoria literaria, vigente como pocas en la narrativa actual del mundo entero.

De otro lado, editorialmente el año no le fue esquivo. Publicó uno de sus mejores ensayos, en el cual expone orgánicamente, con brillantez, su ideario neoliberal: La llamada de la tribu (Alfaguara).

Y circularon tres penetrantes estudios sobre su obra: la traducción al español de un clásico de la bibliografía vargasllosiana, debidamente actualizado hasta sus novelas más recientes: La tentación de la palabra. Arte literario y convicción política en las novelas de Mario Vargas Llosa, de Efraín Kristal (FCE); La ficción y la libertad. Cuatro ensayos sobre la poética de la ficción de Mario Vargas Llosa, de Jorge Valenzuela Garcés (UNM San Marcos y Campo de la Metáfora); y Vargas Llosa: la mentira verdadera, de Jorge Coaguila (Revuelta).

Primera novela peruana. A diferencia de las obras del padre Acosta y el Inca Garcilaso, que han sido calificadas por algunos estudiosos como las primeras novelas peruanas, sin que ellas posean el designio ficcional propio de una novela; sí resulta una ficción novelesca, la primera que conocemos hasta ahora, la Historia del Huérfano, cuyo manuscrito de 1621 está firmado por Andrés de León, “vecino de la ínclita y nobilísima ciudad de Granada”, seudónimo con toda probabilidad del agustino Martín de León y Cárdenas. Aunque Antonio Rodríguez Moñino describió dicho manuscrito en 1965, considerándolo una “novela autobiográfica” de quien identificó como Fray Martín de León, la obra permaneció inédita hasta el presente. Ha sido Belinda Palacios quien asumió la impostergable tarea de editarla con esmero, precedida de un sustancioso estudio preliminar, en el que precisa que no se trata de un relato autobiográfico y que fue compuesta cuándo “estuvo Fray Martín de León viviendo en el monasterio agustino de Lima, frecuentando los grupos poéticos de la ciudad” (Madrid, Fundación José Antonio de Castro).

Compilaciones relevantes. Los dos volúmenes del tomo I de las Obras completas, correspondientes a la Narrativa, de Enrique López Albújar, edición de Gladys Flores Heredia (Poder Judicial del Perú).

Los dos tomos de las Obras completas de Yolanda Westphalen, uno conteniendo su Poesía y otro sus Cuentos, ensayos y artículos periodísticos; compilación a cargo de Yolanda Westphalen Rodríguez (U.N.M. San Marcos).

De otro lado, Vox horrísona de Luis Hernández, nueva edición de la clásica compilación efectuada por Nicolás Yerovi (Pesopluma).

Reediciones y rescates. Mencionemos primero una monumental reedición facsimilar (respetando los formatos diversos que tuvo en sus tres números) de la fundamental revista Narración, acompañada de testimonios de integrantes del grupo que la editó: Miguel Gutiérrez (fundador y director) y Andrés Maldonado Herrera (U. Ricardo Palma).

Consignemos, además, la cuidada edición facsimilar de la clásica novela Aves sin nido de Clorinda Matto de Turner (Sinco).

Mención especial merece que la Sucesión de José Antonio del Busto y la U. de Piura hayan asumido la tesonera labor de reeditar la importante producción de uno de nuestros grandes historiadores: José Antonio del Busto. Nos han entregado Túpac Yupanqui, el resplandeciente (2 vols.), Santa Rosa de Lima, San Martín de Porras y José Gabriel Túpac Amaru antes de su rebelión.

Conmemorando los cincuentenarios de dos hitos de nuestras letras, las reediciones de homenaje del volumen de cuentos Huerto cerrado de Alfredo Bryce Echenique; y del poemario Casa nuestra de Marco Martos (Casa del Escritor). También la edición de homenaje de un clásico de las ciencias sociales conmemorando 40 años de su aparición: Clases, Estado y nación en el Perú (IEP).

Celebremos la inclusión de dos novelas capitales en el sello masivo Debolsillo: Hombres de caminos, primera entrega de la saga de los Villar de uno de nuestros principales narradores, Miguel Gutiérrez; y Retablo, la más intensa y perturbadora novela que se haya escrito sobre la violencia política de los años 80 y 90, obra que significó la maduración artística de Julián Pérez, un autor que comienza a ser estudiado rigurosamente con el libro Julián Pérez Huarancca, coordinado por Edith Pérez Orozco y Jorge Terán Morveli (UNM San Marcos, Distopía). Agreguemos la reedición, con enfoques críticos actuales, de los dos libros emblemáticos del gran narrador Oswaldo Reynoso: Los inocentes y En octubre no hay milagros (Penguin Random House).

Fue un año consagratorio para Marco García Falcón: su notable novela Esa casa vacía ganó el Premio Nacional de Literatura 2018, y publicó la lograda novela corta La luz inesperada (Peisa). En ese marco, se reeditó su memorable libro de cuentos París personal (Peisa).

Uno de los libros más vendidos y elogiados comentados del año fue la reedición (con nuevo material) de un clásico de nuestro periodismo: Cambio de palabras de César Hildebrandt (Debate).

Tres reediciones de colección: la del estremecedor relato realmaravilloso Adiós, Ayacucho de Julio Ortega, complementado por la aclamada versión teatral de Yuyachkani y un dossier de la recepción crítica que ha tenido (FCE); la sexta edición, con introducción de Edgardo Dobry, del celebrado poemario del horazerista cabal que es Tulio Mora, Cementerio general (Barcelona, Sin Fin); y la del poemario más emblemático de las nuevas voces de los 90, el cual mantiene intacta su frescura e ingenio, enriquecido con un incisivo epilogo de su excepcional autor: Este es mi cuerpo de Lizardo Cruzado (Pesopluma).

También destacaron la reedición de Ciudadano Fujimori, de Luis Jochamowitz (Planeta); y la tercera edición, con cambios y añadidos, de Escrito en el agua, de Ricardo Silva-Santisteban (Alastor).

Y un acertado rescate de una novela que circuló poco en nuestro medio: El copista, finalista del Premio Herralde, la admirable primera novela de una narradora fundamental, Teresa Ruiz Rosas (Arequipa, Surnumérica).

Poesía. El mayor acontecimiento poético fue la publicación del inédito Khirkhilas de la Sirena (La Paz, Plural) de Gamaliel Churata, gracias a una extraordinaria edición analizada y anotada por Paola Mancosu. Precedidos por marcos narrativos y reflexivos de Churata, los poemas se yerguen como una cumbre expresiva del originalísimo lenguaje híbrido (aimara, quechua y español) de uno de los mayores escritores peruanos (e hispanoamericanos) contemporáneos, rango cada vez más reconocido internacionalmente.

Descollaron, además, tres poemas extensos: un microcosmos vivencial, de fascinante desmadre creador: Y habrá fuego cayendo a nuestro alrededor de Mario Pera (Amargord); un microcosmos del país, que fusiona lo lírico, lo narrativo y lo reflexivo, lo culto y lo popular, carnavalizador: Sin piloto automático de Antonio Sarmiento (Gaviota Azul); y una lograda versión posmoderna de la poesía sapiencial y/o didáctica de la Antigüedad (Parménides, Lao Tse, Lucrecio): Notas para un seminario sobre Foucault de Mario Montalbetti (FCE). Les acompaña el poemario incisivo, irónicamente sapiente, de Oswaldo Chanove: El motor de combustión interna (FCE).

Sigue otro elenco fulgurante: la primera edición completa del mejor poema de Manuel Scorza, Balada de la guerra de los pobres / Cantar de Túpac Amaru (Sinco y Lluvia); El piano negro de Marco Martos (Apogeo); Sologuren de Mirko Lauer (Paracaídas); Odiario de Renato Sandoval (Amotape); y la consolidación creadora de Ana Carolina Quiñones Salpietro, en Matacaballos (Paracaídas).

Elogiemos la alta calidad de Heredar la tierra de Samuel Cárdich (Amotape), Advenimiento de Santiago Aguilar (Trujillo, U. César Vallejo), Tao y zen de La Alhambra de César Toro Montalvo (SDA); Mi mundo raro de Marita Troiano (Carpe Diem); Versos trenzados en ida y vuelta de Nora Curonisy (Cultura Peruana); Mi abuela, mi patria de Gloria Mendoza Borda (Arteidea); ¡Ars fascinatoria! de Bruno Pólack (Vallejo & Co.); Balbuceos de un pequeño dios de July Solís (Paracaídas); Matrioska, el consistente debut de Valeria Román Marroquín (Premio José Watanabe, Asociación Peruano Japonesa); Colección privada o los colores ocultos de la turbación de Marco Quijano (Premio Copé de Oro, Petroperú); La noche y su sombra de Ernesto Zumarán (Premio Copé de Plata, Petroperú), Gitana de José Luis Velásquez Garambel, Carne arrojada de Renzo L. Brusco (Celacanto) y Ele de Stuart Flores (Dendro, Cartonera).

Y no omitamos los aciertos de Bajo la mancha azul del cielo de Alejandro Susti (Premio Copé de Bronce), Muña con olor a viento de Raquel Prialé (Lancom), Para que tú me escuches de Atala Matellini (Carpe Diem), De ese hombre que dicen de Gonzalo Espino Relucé (Pakarina), Yuyarinapag de Alberto Quintanilla (U. Alas Peruanas), Reino de lo inútil de Jorge Chávez Álvarez (Hipocampo), Lejos del día de Juan José Beteta (Catavento), El sol negro de José Beltrán Peña (Gaviota Azul), Patria larga de Jorge Ita Gómez, El libro de los fuegos infinitos de James Quiroz (Celacanto), Haikus de Fanny Jem Wong (Amantes del País), Racimo de fotogramas de Natalia Roncal (Arteidea), Tempestad de Carla Atencio Vergara (Catavento), Opacidad de la quietud de Eduardo Ugarte y Chocano (Arequipa, La Travesía), y Hombre fractal de Luis Alonso Cruz Álvarez (Bisonte).

Cuento. Poseedor de un imaginario burlesco muy personal y una prosa cincelada, rica en matices expresivos, Alejandro Neyra tejió el volumen más memorable: Biblioteca peruana (Estruendomudo). Junto a él, brillaron Siete noches en California… y otras noches más (Lápix) del consagrado Eduardo González Viaña; Spunkitsch (Bogotá, Isla de Libros) de Leonardo Aguirre, otro autor personalísimo e incisivo, el mayor cultor en su generación del relato protagonizado por el lenguaje; Lluvia (Seix Barral) de Karina Pacheco Medrano, voz en plena madurez creadora; y No somos cazafantasmas (Seix Barral) del reconocido internacionalmente Juan Manuel Robles.

Aplaudamos, además, la maduración alcanzada por Nataly Villena Vega, en Nosotros que vamos ligeros (Animal de Invierno); Bethsabé Huamán Andía, en La oscuridad del sombrero (México); Haydith Vásquez del Águila, en Agosto (Borrador), y Victoria Vargas Peraltilla, en El intérprete de la muerte (Arequipa, Surnumérica); así como el contundente debut de Andrea Ortiz de Zevallos: La mudanza imposible (Random House).

Añadamos las páginas perdurables de Papeles fantasma (Planeta) del prosista magistral que es Luis Jochamowitz, Cuentos de otoño (Lluvia) de Feliciano Padilla, ¿Quién mató a Correa? (Altazor) de Leonardo Caparrós, Historias de ciencia ficción (Torre de Papel) de Carlos Enrique Saldívar, Flores nocturnas (Dedo crítico) de Miguel Bances, El inmenso desvío (Animal de invierno) de Juan Carlos Cortázar, De barrios y ternura (Amotape) de César Panduro Astorga y Las dos caras del héroe (Campo Letrado) de Jorge Santiago.

Finalmente, mencionemos los aciertos de Simulador de irrealidad de Giulio Guzmán (Altazor), El hereje de Luis Fernando Cueto (Trascender), Los peces en la arena de Pedro Pablo Angulo (Summa), Moyobamba. Historias fantásticas de Ezequiel Valenzuela Noguera (Altazor), Ídolos del arenal de Juan Carlos Díaz Espinoza (Trascender) y Muerte en Praga y otros relatos de guerra de Rafael A. Miranda (Hipocampo).

Microrrelato. Brilla con inspirados volúmenes, acordes con el interés actual por la minificción; entre ellos, una de las obras más importantes del año, auténtica cumbre peruana de la metaliteratura y el juego con autores y obras apócrifas: los microrrelatos de Instrucciones para decir bla, firmadas con el seudónimo de Ragnarök Cutipa (denominado expresamente Autor). Forman un díptico con Blaberintos, confeccionado por Baltasar Andurriales (ingeniosamente calificado como Conspirador, y no Compilador) con 19 prólogos (redactados por escritores prestigiosos: Jorge Wiesse Rebagliati, Carlos Schwalb Tola, Enrique Prochaska, José Donayre, Fernando Iwasaki, Jorge Valenzuela, etc.) que comentan el libro anterior, pero en cada caso se les proporcionó el libro con un título diferente y atribuido a distintos autores apócrifos. Artífice de semejante entretejido textual: Alexander Forsyth (Tierra Baldía).

Sobresale, además, Crónicas del argonauta ciego – Edición completa (Seix Barral) del formidable prosista que es Carlos Herrera. Por su parte, uno de los mejores prosistas novísimos, Enrique Carbajal, perennizó narraciones de la tradición oral en un libro hermosamente ilustrado: Cuentos de tiempo viejo (Huamachuco, Municipalidad Provincial de Sánchez Carrión).

Otros aportes significativos: Fruto original (Micropolis) de Alejandro Estrada, Susurros en la oscuridad (Apogeo) de Carlos Trujillo Ángeles, El celular del diablo 4: el inca perdido (Edimerial) de Pedro López Ganvini y Transparencias (Underwood, U. Católica) de Manuel Terrones.

Novela. Un año fuera de serie. La mayor obra literaria impresa del año le corresponde: El espía del Inca (Lluvia) de Rafael Dumett, cumbre peruana de la novela histórica (conectada aquí con el relato de espionaje). Recrea el momento central de nuestra historia (la prisión y muerte de Atahualpa), pródiga en peripecias y recursos expresivos, con más de 200 personajes, decenas de ellos de sabrosa actuación y caracterización matizada. Aquí subrayemos que primero se difundió digitalmente, desde marzo de 2012, en La Mula.

La acompaña otra magna recreación de otro proceso histórico crucial, especialmente pertinente ahora que estamos rumbo al Bicentenario: Los Túpac Amaru 1572-1825 (Dirección Regional de Educación Puno) del consagrado poeta, estudioso y editor Omar Aramayo. La cosmovisión andina, el español andinizado y las voces de al “multitud” (Basadre) nutren su prosa de gran vuelo creador.

Completa el trío de formidables novelas históricas, una recreación de la España carlista del siglo XIX: El collar de los Balbases (Madrid, La Huerta Grande) de Jorge Eduardo Benavides, escritor que se encuentra en plena madurez creadora, conforme lo prueba la admirable novela policial que también ha publicado este año, El asesinato de Laura Olivo (Premio Fernando Quiñones; Madrid, Alianza Editorial). Un año redondo para Benavides: dos estupendas novelas, un premio prestigioso y la publicación de un volumen de estudios sobre su obra, La narrativa de Jorge Eduardo Benavides, compilado por César Ferreira y Gabriel T. Saxton – Ruiz (U. Ricardo Palma).

De otro lado, el componente histórico resulta fundamental en otra novela excelente, la mejor existente sobre Madre de Dios: El laberinto de los endriagos (Premio Copé, Petroperú) de Hugo Yuen, quien asume cabalmente lo real maravilloso amazónico, con humor jocundo y óptica carnavalizadora de la explotación y la marginación padecidas por la selva.

En cambio, la pesadilla histórica de las dictaduras y los terrorismos latinoamericanos se empoza refractada (en la senda pesadillesca y obsesiva de Sábato, Donoso y Bolaño) en la poderosa trama asfixiante, hipnótica, de la novela peruana más tanática y turbia (psíquica y éticamente): Vivir abajo (Peisa) de Gustavo Faverón.

Cabe añadir la prosa impecable de Eduardo González Viaña en las páginas realmaravillosas de La frontera del paraíso (Melquíades); y la maduración de Christiane Félip Vidal en su sustanciosa inmersión en lo oscuro y reprimido (el incesto, sobre todo), cincelando un título imprescindible: Los espejos opacos (Planeta).

Luego de ese elenco imponente, seleccionemos tres textos de indudable interés: el pulso seguro con que Carlos Rengifo recrea la vida de Borges, en El lenguaje de los espejos (Premio Altazor); la consolidación narrativa de Evelyn García Tirado, en Génesis (Arkabas); y el vigoroso debut de Rodrigo Murillo Bianchi, en Los héroes sentimentales (Premio José Ángel Mañas, Revuelta Editores).

Aunque resultan excesivos el alargamiento del nudo y desenlace de una, y la artificialidad de la relación con la editora, así como la escasa funcionalidad narrativa del regodeo verbal de la otra, se impone reconocer e vuelo fantástico (fantaciencia), con pasajes de un ingenio superlativo, de La vida de Horacio (Forjadestino) de Lucho Zúñiga; y el virtuosismo léxico de Interruptus (Planeta) de Leonardo Aguirre.

Otros aportes: El sol infante de José Güich Rodríguez, Madrugada de Gustavo Rodríguez, Mi madre soñaba en francés de Luis Hernán Castañeda, Cassi, el verano de Juan Manuel Chávez, La guerra que hicieron para mí de Carlos Enrique Freyre, La velocidad del pánico de Stuart Flores, El paraíso exiguo de Samuel Cárdich (Ámbar), Después del verano de Ricardo Virhuez (Pasacalle) y Ámok de Giacomo Roncagliolo (Pesopluma).

Mención aparte reclama un libro colectivo, dirigido por Juan Manuel Chávez, teniendo como modelo una novela publicada en 1920: La novela limeña 2019. Los capítulos de sus 2 vols., pertenecen a Alina Gadea, Daniel Soria, Rosa Carrasco Zuleta, Martín Roldán, Miguel Ángel Vallejo, Miguel Ruiz Effio, Carolina Cisneros, Julia Wong, Ofelia Huamanchumo, Pedro Novoa, Gabriel Rimachi, Francisco Ángeles y Jennifer Thorndike (Municipalidad de Lima, Programa Lima Lee).

Novela corta. Dos prosistas magistrales, poseedores de un universo creador muy personal y sumamente expresivo: Edgardo Rivera Martínez y su inédito, editado póstumamente, Soliloquios (Debolsillo); y Antonio Gálvez Ronceros, Perro con poeta en la taberna (Escuela de Edición de Lima).

Dos narradores sobresalientes, con varios galardones en su haber: Luis Freire Sarria, El bizco de la calle Roma (Emecé Cruz del Sur); y Marco García Falcón, La luz inesperada (Peisa).

Otros aportes para recordar: Ernesto Carlín, Nostalgias africanas (Caja Negra); Lorenzo Helguero, Bodas de plata (Narrar); Jorge Monteza, El viaje de las nubes (Premio Cámara Peruana del Libro); Mayte Mujica, Una ciudad para perderse (Animal de Invierno); Ángela Luna, Diario de un verdugo (Altazor); Juan Rodríguez Pérez, Una casa junto al río (Pasacalle); Orlando Quevedo, Tierra mojada (Celacanto) y Helmut Jerí Pabón, Titanes (Ámbar).

Obras reunidas. Todos libros de escritores importantes de nuestra tradición literaria.

Prosa y poesía de una autora descollante de la generación del 50: Yolanda Westphalen, 2 vols., Poesía y Cuento, ensayos y artículos periodísticos (U.N.M. San Marcos).

Poesía: Luis Hernández, Vox horrísona (Pesopluma), una de las voces más vigentes de la generación del 60; Abelardo Sánchez León, Poemas reunidos (Lumen), autor fundamental de la generación del 70; Carlos López Degregori, Lejos de todas partes (U. de Lima), nombre imprescindible de la hornada de fines de los 70; y José Antonio Mazzotti, El zorro y la luna (Premio José Lezama Lima 2018, de Casa de las Américas; Hipocampo Edt.), creador relevante de los 80.

Narrativa: Enrique López Albujar, Obras completas: Narrativa, 2 vols. (Poder Judicial del Perú), un clásico de nuestro indigenismo; y Rodolfo Hinostroza, Cuentos [in]completos (Seix Barral), excelente narrador todavía poco reconocido como tal.

Antologías. Prosa y poesía. Alberto Benavides Ganoza, Bosque de palabras (Amotape), selección a cargo de César Panduro Astorga; y Dante Vargas y Elva Moreno, Tránsito callado. Literatura lambayecana de los 90 (Chiclayo, Prometeo Desencadenado).

Poesía. Una de las más importantes antologías generales de la poesía peruana del siglo XX publicada en el extranjero: De este lado del cielo. Una antología de la poesía peruana, de Mario Pera (Santiago de Chile, Descontexto Editores). Antologías personales: Mario Florián, Homenaje centenario (Gobierno Regional de Cajamarca), antología del notable poeta nativista preparada por Luzmán Salas; José Ruiz Rosas, Inventario permanente. Poesía esencial (Madrid, Huerga & Fierro); Manuel Morales, Trapos líricos (Lancom), importante compilación de sus primeros poemas (sobresale un poemario central en los comienzos de la generación del 70: Poemas de entrecasa) y amplia selección de sus poemas en portugués, traducidos por el compilador Tulio Mora; Gloria Mendoza Borda, Biografía de los marginales (Summa), muestra de la cada vez más reconocida poeta puneña; Enrique Sánchez Hernani, El estruendo de las cosas (Nueva York, Axiara) y Taller de maestranza (Ibagué, Colombia, Casa de Libros), dos reconocimientos internacionales de uno de los poetas más admirables de fines de los 70; Carlos López Degregori, 99 púas (Granada, Esdrújula Eds.); y Róger Santiváñez, Ofertorio (Hipocampo), dos voces perdurables de fines de los 70. Varios autores: Antología de poemas (Premio Copé, Petroperú). Una excelente muestra temática: Paolo de Lima, Perú: Los poemas del hambre (U. Autónoma de Puebla). Y una sustanciosa, muy informada, antología regional: Bethoven Medina Sánchez, Edición extraordinaria. Antología general de la poesía en La Libertad 1918-2018 (Municipalidad Provincial de Trujillo).

Narrativa. Sobresale la penetración crítica de las muestras tejidas por Enrique E. Cortez, Incendiar el presente. La narrativa de la violencia política y el archivo 1984-1989 (Campo Letrado); y por José Güich Rodríguez, Universos en expansión. Antología crítica de la ciencia ficción peruana (U. de Lima). Recomendemos, además: Segundo Cancino, Narrativa en Tacna (Tacna, Cuadernos del Sur); José Donayre, Lo mejor de Arena. Antología de cuentos altazorianos (Altazor); José Gúich y otros, Extrañas criaturas. Antología del microrrelato peruano moderno (U. de Lima); Antonio Zeta Rivas, Desafío de la brevedad, antología de la microficción en Piura (Apogeo); Willy del Pozo, Hermosos ruidos. Tributo narrativo a Los Prisioneros (Altazor). Y la memorable antología de Elton Honores que citaremos más adelante.

Híbridos textuales. El inédito almanaque narrativo, ensayístico y miscelánico del inmenso Gregorio Martínez, Pájaro pinto. 1: Orígenes, y 2: Canícula (Peisa). La escritura integral (poética, teatral y que anhela un cómic que la acompañe) del gran Tulio Mora, Once cielos (Lancom). La exploración, en parte microrrelatos, en parte poemas en prosa, del recordado Eduardo Chirinos: Tetramorfos (Peisa).

Caleidoscopios de textos disimiles y breves: Julia Wong, Pessoa por Wong (Hanan Harawi) y Carlos Yushimito, Marginalia (Peisa). Y en clave de diario abierto a la multiplicidad digital: Diario de una vaca descarriada de Wendy Ramos (Planeta) y Soltera codiciada de María José Osorio (Grijalbo).

Literatura infantil y juvenil. Óscar Colchado Lucio (este año merecidamente recibió el premio de la Casa de la Literatura Peruana), Cholito goleador (Alfaguara) y Cholito y el terrible Wakon (Panamericana); Jorge Eslava, Niños del camino (Lumen); Pilar González Vigil, Tita, la pirañita (Mascapaycha); Edgar Bendezú “Fabulinka”, El sapito y la luna (ICPNA) y Abraham Carbajal, El niño que vivió en un grano de arroz (ICPNA).

Tradición oral. Juan Paredes Carbonell, De encantamientos, demonios y apariciones (Municipalidad Provincial de Trujillo); José Antonio Mazzotti, Roberto Zariquiey y Carolina Rodríguez Alzza, Tradición oral iskonawa (RCLL y Latinoamericana); Juan Donayre Vizarreta, Leyendas y tradiciones iqueñas, selección de César Panduro Astorga (Biblioteca Abraham Valdelomar), y Teresa Torres Calizaya, Atando santos: origen e identidad en la tradición oral (Pakarina).

No ficción. La narrativa de no ficción y/o el periodismo literario ocuparon en exceso (decimos esto porque no suelen exhibir mayores cualidades literarias, ya que optan por la prosa declarativa y funcional de la comunicación masiva, sin marcas personales de estilo y/o un universo creador propio) la atención de los (escasos) espacios culturales de nuestros medios de comunicación, ayudados por la actualidad y la popularidad de los temas abordados, corrupción política, fiebre del fútbol, etc. Mueve a confusión de los lectores conceder a este rubro más importancia que a otros de mayor significación artística y cultural, en particular la poesía, el microrrelato, el cuento, la novela corta e incluso la novela (a pesar de que esta afloró con alguna frecuencia en las reseñas locales).

Sea como fuere, entre los mejores libros del año merece figurar el contundente volumen de reportajes Guerras del interior (Debate), de Joseph Zárate, sin duda el libro peruano que ostenta los mayores reconocimientos internacionales del año: el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo 2018 y el haber sido seleccionado por The New York Times entre las diez obras de no ficción más destacadas de este año.

Investigaciones, crónicas y artículos periodísticos: David Hidalgo, La biblioteca fantasma (Planeta); Charlie Becerra, El origen de la hidra. Crimen organizado en el norte del Perú; Fernando Vivas, Mis monstruos favoritos (Aguilar); y la compilación periodística del gran Ciro Alegría, a cargo de Dora Varona, Ciro Alegría: páginas escogidas (Municipalidad Provincial de Trujillo).

Autoficción: Fernando Ampuero, La bruja de Lima (Tusquets) y Lobos solitarios y otros cuentos (Peisa) y Silvia Núñez del Arco, Nunca seremos normales (Planeta).

Memorias y testimonios: Enrique Bernales Ballesteros, 60 años en la PUCP: una vida universitaria (U. Católica); Maki Miró Quesada, Memorias de una transgresora (Melquiades) y Ana Izquierdo Vásquez, El hijo que perdí (Animal de Invierno).

Numerosos libros sobre fútbol: Littman Gallo “Gallito” (textos al cuidado de Luis Carlos Arias Schreiber), Abriendo juego (Máximo Gallo Quintana ed.); Daniel Peredo, Peredo total (Debate); José Carlos Yrigoyen, Con todo, contra todos. Una historia de la selección peruana 1968-2018 (Debate); Umberto Jara, El camino a Rusia. La historia secreta de la hazaña y sus protagonistas (Planeta); Renzo Gómez Vega y Kike La Hoz, Benditos. 13 historias no aptas para incrédulos (Magreb); Toño Angulo Daneri, Perdonen la alegría (treinta y seis años después) (Estruendomudo); Pedro Canelo, Ojo de tigre (Planeta) y Jorge Cuba Luque, Mundiales y destinos (Campo Letrado).

Una excelente antología: Perú: crónicas y perfiles (Revuelta) de Jorge Coaguila. Un aguerrido manual: Una pasión crónica. Tratado de periodismo literario (Artífice Ed.) de Eloy Jáuregui.

Ensayo. Además del ensayo citado de Vargas Llosa, recomendemos los siguientes: Fernando Iwasaki, Las palabras primas (Premio Málaga de Ensayo José María González Ruiz; Madrid, Páginas de Espuma); Jorge Wiesse Rebagliati, Dante contempla la trinidad (Premio Flaiano de Italianística; U. Católica Sedes Sapientiae e Instituto Italiano de Cultura); Dorian Espezúa Salmón, Perú chicha: la mezcla de los mestizajes (Planeta); Gonzalo Portocarrero, Desde lejos, lo cercano. Reflexiones sobre el Perú (Peisa); y José Luis Ayala, Inca Atawallpa: carta a los peruanos del siglo XXI. ¿Bicentenario de la Independencia? Neoliberalismo y neocolonialismo. Refundación del Perú y Escribir más allá de la periferia: ¿crisis o coloniedad de la educación? (Dirección Regional de Educación Puno).

Estudios literarios. Resaltemos los numerosos aportes de Elton Honores: Fantasmas del futuro. Teoría e historia de la ciencia ficción (Polisemia), La división del laberinto. Estudios sobre la narrativa fantástica peruana contemporánea (Polisemia e Instituto Raúl Porras Barrenechea), El teatro político y la ciencia ficción (Polisemia, IRPB) y la selección Más allá de lo real. Antología del cuento fantástico peruano del siglo XXI (Altazor). La magistral edición crítica: Fundación y grandezas de la muy noble y muy leal Ciudad de los Reyes de Lima de Rodrigo de Valdés, a cargo de Martina Vinatea (U. de Navarra y U. del Pacífico).

Dos notables valoraciones del aporte crítico de Cornejo Polar: José Antonio Mazzotti (ed.), Cornejo multipolar: Antonio Cornejo Polar y la crítica latinoamericana (RCLL, Axiara y Academia Norteamericana de la Lengua), y Dorian Espezúa Salmón, Rocío Ferreira y Mauro Mamani Macedo, Celebrando la contribución de Antonio Cornejo Polar (Centro de Estudios ACP y Latinoamericana Editores).

Elogiemos la penetración crítica de Íbico Rojas, Blas Valera, primer cronista, poeta y lingüista peruano (Polisemia); Víctor Vich, Poemas peruanos del siglo XX (U. Católica); David Franco Córdova y Antonio Chang-Huayanca (comp.), Inca Garcilaso, 400 años (U. Ricardo Palma); Julio Antonio Gutiérrez Samanez (comp.), Apologético en favor de Clorinda Matto de Turner (Sinco y Asociación Pro Cultura Clorinda Matto de Turner); Giovanna Pollarolo, De aventurero a letrado. El discurso de Pedro Dávalos y Lissón (U. del Pacífico); Francisco Távara Córdova (comp.), Ciro Alegría: asedios jurídicos (Poder Judicial del Perú); Alejandro Susti, Todo esto es mi país. La obra de Sebastián Salazar Bondy (U. de Lima); Carlos Arrizabalaga y otros, Doscientos años de artes, letras y vida cotidiana en el norte del Perú (U. de Piura); Juan Alberto Osorio, Sobre literatura peruana (Arequipa, Quimera); Catalina Podestá, Blanca Varela (Municipalidad de Lima); Tania Favela Bustillo, El lugar es el poema: aproximaciones a la poesía de José Watanabe (Asociación Peruano Japonesa); J.A. Mazzotti y Luis Abanto Rojas (eds.), Memoria del Perú (RCLL y otros sellos); varios autores, Tributo a un maestro: Miguel Ángel Rodríguez Rea (U. Ricardo Palma); y Giovanna Minardi, Alquimia y fuego. Antología crítica de la obra poética de Rosina Valcárcel (Horizonte).

Grandes ediciones. Antropología: uno de los mejores libros de año fue el de Juan Ossio Acuña, Etnografía de la cultura andina (Congreso de la República).

Historia: Izumi Shimada (ed.), El imperio Inka (U. Católica); Lydia Fossa, Bajo el cielo de Chuqikirau (Horizonte); Fernando Iwasaki, ¡Aplaca, Señor, tu ira! Lo maravilloso y lo imaginario en la Lima colonial (FCE); Carmen McEvoy y Alejandro M. Rabinovich (eds.), Tiempo de guerra. Estado, nación y conflicto armado en el Perú, siglos XVII-XIX (I.E.P.); y Manuel Chust y Claudia Rosas (eds.), El Perú en revolución. Independencia y guerra: un proceso, 1780-1826 (U. Católica, U. Jaume I y El Colegio de Michoacán).

Biografías: Guido Podestá Airaldi, Apología del aventurero: José Carlos Mariátegui (U. Ricardo Palma); José Perla Anaya, Los hermanos Barreto y las guerras del corazón (Willay Pacha); Víctor Pacheco Cabezudo, Valdelomar (Biblioteca Abraham Valdelomar); Antonio Muñoz Monje, Peregrina, sobre Pastorita Huaracina (Lancom) y Sócrates Zuzunaga Huaita, Este charango que toco, sobre Jaime Guardia (Municipalidad Provincial Páucar del Sara Sara).

Lingüística: Julio Calvo Pérez, Lexicografía peruana (U. Ricardo Palma).

Filosofía: Los cien años de Francisco Miró Quesada Cantuarias (El Comercio) y Carlos Beas Portillo, Caleidiscopio, edición de Carmen Germán-Palacios Seoane (Biblioteca Abraham Valdelomar).

Arte: Bellas Artes: centenario (Escuela Autónoma de Bellas Artes) y San Pedro de Lima, iglesia del antiguo colegio máximo de San Pablo (Banco de Crédito).

Música: Una de las mejores investigaciones del año fue la de Julio Mendívil, Cuentos fabulosos. La invención de la música incaica y el nacimiento de la música andina como objeto de estudio etnomusicológico (U. Católica, IFEA). Aportes destacables: Carlos Torres Rotondo, Demoler: el rock en el Perú 1965-1975 (Planeta); y Pedro Cornejo Guinassi, Alta tensión y el tomo I de Enciclopedia del rock peruano (Contracultura).

Teatro: Gustavo von Bischoffshausen, Teatro popular en Lima (Máquina de Ideas); Mariana de Althaus, Todos los hijos (Alfaguara); Antoanette Alza Barco, El milenio de los inmortales (Altazor) y Daniel Dillon y otros, Concurso nacional de dramaturgia Teatro Lab 2016-2018 (U. de Lima).

Cine: Isaac León Frías y Federico de Cárdenas, vol. 2 de Hablemos de cine. Antología (U. Católica); I. León F., Más allá de las lágrimas. Espacios habitados en el cine clásico de México y Argentina (U. de Lima) y Melvin Ledgard, Una incursión por la historia del cine latinoamericano (FCE y PUCP).

Interdisciplinarios: Gonzalo Portocarrero (ed.), Ecos de Huarochirí (U. Católica) y Wilson Hernández Breña (ed.), Género en el Perú: nuevos enfoques, miradas interdisciplinarias (U. de Lima, CIES).